18 de agosto
Creo que ya son muchos los días de no verte, mi cuerpo es
como un reloj que solo se sincroniza cuando tengo cerca tus ojos enormes, mon
amour, hoy te escribo para contarte que la noche parece un lienzo inmenso,
parece tu espalda, y las estrellas parecen todos los poemas chiquititos que te
escribí alguna vez cuando dormías y me sonrío de mirar lo imponente del
firmamento, me sonrío de ver como yo le hago muecas y delirio que en algún lado
estás respondiéndome con la misma cara de silencio, con un cigarrillo a medias
en una mano, me da miedo creer que esto no es verdad porque si no sería yo solo
frente a toda una inmensidad que se burla de mí por seguir creyéndote eterno
pero distante, perfecto. Pero lejos.
No voy a comentarte sobre mi insomnio, estaría hojas y hojas
relatando que vivo un infierno cada vez que todos deciden apagar las luces y
dejarme a solas con las sombras y los ruidos a muerte, quizá solo sea algún
gato persiguiendo a alguna criatura del señor, pero el gran y poderoso
subconsciente me gana de la misma forma que la imaginación y el recuerdo al
momento de mirar al cielo y recordarte.
Son las tres de la mañana, no puedo apagar la radio porque
están con un especial de sui generis y me acuerdo de todos los besos y abrazos
y de cómo nos entregamos los dos siempre tan incompletos a la merced de algún
fabricante de mentiras o no sé, cuando te miro tan embobada y te canto un
quizás por qué, y ahora soy un mar de rimmel, te extraño pero no de piel sino
de alma danzante, te extraño de alguna forma sobrenatural y perfecta, te
extraño tanto que no puedo creer que estoy a medio camino de poder vivir sin
tus ojos.
Au
revoir.
Han pasado dos semanas de mi última carta, no aguanto más,
las sábanas siguen con algo que te pertenece, mi amor, me levanto en medio de
la noche y creo verte acá, no sé si alucino o ya he perdido toda capacidad de
diferenciar lo real de lo que no lo es, los textos que te escribí y todos los
dibujos que te hice parecen querer salir de la caja donde están guardados, la
caja late en la noche como sedienta de verdades, y yo no hago más que mirarla y
jurarle que yo no hice nada, ¿no hice nada, cierto, mon amour? Tengo miedo, ya
no puedo dormir siquiera, la noche es una fría compañera y no hago más que
dibujarte una y otra vez, creer que con eso podré sentir algo más de compañía.
El gato no deja de mirarme fijo, y no me mira con amor, me mira como un
espectador de algún teatro raro y bizarro y no puedo sacarme su felina y
penetrante mirada de encima. Ya no sé qué hacer para conciliar el sueño, siento
que no puedo ponerme de acuerdo con el universo que me rodea, la radio no
quiere sintonizarse bien, los perros no hacen más que ladrarme, yo no hago más
que extrañarte y vos no podés responder ni una sola carta. Desconfío del
correo, y desconfío de la capacidad de mi cuerpo de entregarlas correctamente
en el buzón.
Espero no tener que volver a escribirte, espero poder dormir,
espero poder verte.
Au revoir.
Lo he confirmado, no puedo vivir en paz sin saber de vos, yo
no sé si es que no querés volver a verme, si no te importa o si solamente es un
problema de la empresa de correos. Ya no puedo dormir, no puedo comer, no tengo
apetito y me da miedo todo esto. Lo único que me consuela cuando no puedo
dormir, es cerrar los ojos y confiar de la memoria fotográfica y acordarme de
tus ojos, de tus lindos ojos azules, mi amor, como extraño que con un solo
abrir y cerrar de los mismos puedas delinear una realidad tan linda y sonriente
para mi, como extraño como repetías y repetías mi nombre mientras me acariciabas
la cara y me mirabas con amor de adolescente empalagado, y recuerdo las cosas y
la piel se me pone de gallina y me inspiro y puedo al fin no se si dormir como
realmente se duerme, pero al menos puedo alejarme de lo duro de la oscuridad de
la noche y el ruido de las ratas corriendo por el techo y el gato
correteándolas. Sigo el sin comprender de que no hayas regresado, de que no me
respondas, no se como plantearme la situación, mi memoria nunca fue buena y no
sé si al momento de irte te dije: un “te amo” o si te pedí que te metieras el
orgullo por algún lugar de tu cuerpo, realmente no recuerdo, de antemano pido
disculpas por esto, lo cierto, lo real. Te amo
Au
revoir.
Mi amor, poco a poco voy recordando cosas, no se si es el insomnio
que me hace por fin llegar a la parte de mi inconsciente a la que nunca tengo
acceso, recuerdo que no querías hablarme más, que estabas enojado y que me
rogabas que dejara de actuar como una incomprendida
¿por qué, mon cheri?
y que salí a ver la luna, quizás que por eso me acordé (hoy
la luna estaba llena y solo ella estaba en el cielo, las estrellas eran tan
pocas, y la luz que esta emitía era tanta), y me acordé del balcón, y me acordé
de alguna sensación que revuelve estómagos, un aire fuerte contra mi cara, como
el que se siente cuando uno va en una montaña rusa, la libertad, mi amor, el
no-dolor, me acuerdo de eso, del por fin poder cerrar los ojos, y al fin poder
conciliar el sueño de una vez por todas.
¿te acordás de esto vos? ¿es por esto que no me hablás más?
¿por eso no volvés a casa?
Y el gato, ¿por eso me mira tan mal?
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