Tenía tus ojos nada más
descendiendo en la espesura
acuática, cristalina.
Beber era lo único que nos unía.
Las gotas húmedas del silencio,
las palabras, la nada.
Eran tus manos, el silencio.
y ellas flotaban en la brisa acuarela
de difuminadas montañas
de difuminadas montañas
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