desde las entrañas extrañísimas
como las venas marcadas
marcadísimas
la fuerza del olvido intenta
sonsacar de mi masa cerebral,
de mi océano intranquilo,
tus brazos, los míos
el clímax incierto de un amor
así tan lleno como vacío.
la fuerza del olvido,
contra mi mar, un hastío
y en algún recoveco,
subterfugio divino
está tu recuerdo
que no olvido, sin quererlo
en un laberinto de brazos,
de venas de manos
un laberinto tibio,
laberinto de pieles.
es ahí,
en el mar muerto de mi razón,
el vacío absoluto de mi juicio,
que brota roja una gota
que sangra entero mi cuerpo
una gotita roja de placer
de recuerdo, de laberinto.
sangran las venas,
el olvido y sus fuerzas se pierden
en el laberinto cálido
de la desgarradora satisfacción
de recordarte
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