es cierto, no escribo bien y tampoco tengo razón, las letras y la poesía han muerto pero también creo en la rencarnación

viernes, 19 de julio de 2013

Las hojas de un diario que encontré en la casa que nunca tuvimos

18 de agosto
Creo que ya son muchos los días de no verte, mi cuerpo es como un reloj que solo se sincroniza cuando tengo cerca tus ojos enormes, mon amour, hoy te escribo para contarte que la noche parece un lienzo inmenso, parece tu espalda, y las estrellas parecen todos los poemas chiquititos que te escribí alguna vez cuando dormías y me sonrío de mirar lo imponente del firmamento, me sonrío de ver como yo le hago muecas y delirio que en algún lado estás respondiéndome con la misma cara de silencio, con un cigarrillo a medias en una mano, me da miedo creer que esto no es verdad porque si no sería yo solo frente a toda una inmensidad que se burla de mí por seguir creyéndote eterno pero distante, perfecto. Pero lejos.
No voy a comentarte sobre mi insomnio, estaría hojas y hojas relatando que vivo un infierno cada vez que todos deciden apagar las luces y dejarme a solas con las sombras y los ruidos a muerte, quizá solo sea algún gato persiguiendo a alguna criatura del señor, pero el gran y poderoso subconsciente me gana de la misma forma que la imaginación y el recuerdo al momento de mirar al cielo y recordarte.
Son las tres de la mañana, no puedo apagar la radio porque están con un especial de sui generis y me acuerdo de todos los besos y abrazos y de cómo nos entregamos los dos siempre tan incompletos a la merced de algún fabricante de mentiras o no sé, cuando te miro tan embobada y te canto un quizás por qué, y ahora soy un mar de rimmel, te extraño pero no de piel sino de alma danzante, te extraño de alguna forma sobrenatural y perfecta, te extraño tanto que no puedo creer que estoy a medio camino de poder vivir sin tus ojos.
                                                                                              Au revoir.











 1 de septiembre
Han pasado dos semanas de mi última carta, no aguanto más, las sábanas siguen con algo que te pertenece, mi amor, me levanto en medio de la noche y creo verte acá, no sé si alucino o ya he perdido toda capacidad de diferenciar lo real de lo que no lo es, los textos que te escribí y todos los dibujos que te hice parecen querer salir de la caja donde están guardados, la caja late en la noche como sedienta de verdades, y yo no hago más que mirarla y jurarle que yo no hice nada, ¿no hice nada, cierto, mon amour? Tengo miedo, ya no puedo dormir siquiera, la noche es una fría compañera y no hago más que dibujarte una y otra vez, creer que con eso podré sentir algo más de compañía. El gato no deja de mirarme fijo, y no me mira con amor, me mira como un espectador de algún teatro raro y bizarro y no puedo sacarme su felina y penetrante mirada de encima. Ya no sé qué hacer para conciliar el sueño, siento que no puedo ponerme de acuerdo con el universo que me rodea, la radio no quiere sintonizarse bien, los perros no hacen más que ladrarme, yo no hago más que extrañarte y vos no podés responder ni una sola carta. Desconfío del correo, y desconfío de la capacidad de mi cuerpo de entregarlas correctamente en el buzón.
Espero no tener que volver a escribirte, espero poder dormir, espero poder verte.

                                                                                                                                                                                                                                                           Au revoir.














25 de septiembre 
Lo he confirmado, no puedo vivir en paz sin saber de vos, yo no sé si es que no querés volver a verme, si no te importa o si solamente es un problema de la empresa de correos. Ya no puedo dormir, no puedo comer, no tengo apetito y me da miedo todo esto. Lo único que me consuela cuando no puedo dormir, es cerrar los ojos y confiar de la memoria fotográfica y acordarme de tus ojos, de tus lindos ojos azules, mi amor, como extraño que con un solo abrir y cerrar de los mismos puedas delinear una realidad tan linda y sonriente para mi, como extraño como repetías y repetías mi nombre mientras me acariciabas la cara y me mirabas con amor de adolescente empalagado, y recuerdo las cosas y la piel se me pone de gallina y me inspiro y puedo al fin no se si dormir como realmente se duerme, pero al menos puedo alejarme de lo duro de la oscuridad de la noche y el ruido de las ratas corriendo por el techo y el gato correteándolas. Sigo el sin comprender de que no hayas regresado, de que no me respondas, no se como plantearme la situación, mi memoria nunca fue buena y no sé si al momento de irte te dije: un “te amo” o si te pedí que te metieras el orgullo por algún lugar de tu cuerpo, realmente no recuerdo, de antemano pido disculpas por esto, lo cierto, lo real. Te amo
                                                                                              Au revoir.














 5 de diciembre
Mi amor, poco a poco voy recordando cosas, no se si es el insomnio que me hace por fin llegar a la parte de mi inconsciente a la que nunca tengo acceso, recuerdo que no querías hablarme más, que estabas enojado y que me rogabas que dejara de actuar como una incomprendida
¿por qué, mon cheri?
y que salí a ver la luna, quizás que por eso me acordé (hoy la luna estaba llena y solo ella estaba en el cielo, las estrellas eran tan pocas, y la luz que esta emitía era tanta), y me acordé del balcón, y me acordé de alguna sensación que revuelve estómagos, un aire fuerte contra mi cara, como el que se siente cuando uno va en una montaña rusa, la libertad, mi amor, el no-dolor, me acuerdo de eso, del por fin poder cerrar los ojos, y al fin poder conciliar el sueño de una vez por todas.
¿te acordás de esto vos? ¿es por esto que no me hablás más? ¿por eso no volvés a casa?

Y el gato, ¿por eso me mira tan mal?

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