es cierto, no escribo bien y tampoco tengo razón, las letras y la poesía han muerto pero también creo en la rencarnación

martes, 20 de agosto de 2013

El árbol que fue amor

Te hablo a vos, te susurro aunque no me escuches pero estés acá, pero solo puedo contarte que siento como despacito las cosas se van tornando verdes frente a mis ojos, y vos te sentás junto a mi yo te susurro con las hojas, con el viento lindo que acaricia tu pelo o tu nuca y te hace cosquillas ahí o en las orejas y entonces el frío, y te ponés esa bufanda escocesa que me gusta tanto, y te susurro porque quiero decirte que te quiero, y me gusta sentir tu calor cuando te apoyás en mi para estar más cómoda y sacás tus libros todos forrados con un terciopelo rojo, y las letras todas juntas parecen un mundo inmenso frente a tus ojos y te siento suspirar todos los días que venís y te sentás yo no sé que hacer si mirarte o acariciarte con mis hojas o regalarte flores de naranjo lindas y blancas y que el perfume de los azahares te haga acordarte algún día cuando ya no leas más que te sentabas a mis pies a leer, y te acuerdes de lo suave del terciopelo, del aroma cítrico, de mis caricias invisibles, y de este naranjo viejo que no puede darte más que sombra y perfume suave como el terciopelo y tus manos que se apoyan en mi para acomodarse, ponerse de pie e irse, y ahora si pudiera gritaría tu nombre, no lo sé, pero yo en mi corazón te digo Maga (ese nombre lo vi en alguna de todas las novelas que leíste a mis pies), y ojalá pudiera gritarte pero no puedo y te levantás y la savia de mi cuerpo hierve de pasión y te estoy dejando ir ¡Maga! grito para mí, y es imposible, te estás encaminando lejos mío y no puedo hacer mucho más que mover las ramas despacito porque no hay viento y una que otra flor se cae, esto es un escenario tan romántico como doloroso, te estoy dejando ir hoy ni siquiera se tu nombre de verdad y algo en el corazón, en el centro de toda esta madera fría y cítrica me dice que no te voy a ver nunca más y que estás triste yo quiero decirte que estoy acá y que no puedo hablarte pero no te vayas, no saltes, no me dejes, y no saltes, por favor, y muevo mis ramas con el viento en el mismo momento en que saltás por ahí donde no tenés que saltar y no volvés a leer a mis pies nunca más. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario