es cierto, no escribo bien y tampoco tengo razón, las letras y la poesía han muerto pero también creo en la rencarnación

jueves, 9 de octubre de 2014

el arte de separarse


Ante todo siempre declarar que lo más bello del amor es precisamente el (des)amor, porque des(amarte) y des(vestirte) son dos verbos que se conjugan en presente pero ya hoy son pasado. Y que no se confundan los astros con mi afirmación de la belleza del deshacer las cosas. Confirmo fehacientemente que en el deshacer des-unimos todos los nudos y los hilos y las muertes (las de uno y las del otro) El desamor ese dolor bendito en el paladar que al mismo tiempo es divino, tan cítrico y ácido como las naranjas o los caramelos y esas cosas que a uno precisamente se le (des)hacen en la boca, todoloquepasaporlabocasedeshace, esa tumba húmeda y condenante. La ejecutora viva de todos nuestras condenas y penas. Todoloquepasaporlabocasedeshace y muere lentamente. Cuando los artilugios mágicos del amor precisan del movimiento del labio superior y el inferior (y como si fuera poco) la articulación mandibular y el aliento para emitir sonido alguno, es cuando dejan de ser mágicos y comienzan a ser precisamente artilugios que desmoronan y sintetizan lo insintetizable. No hay desamor que no arda y que no deje cicatrices y no hay ser que se resista a sacar esa hermosa y resplandeciente costra para hurgar con esa naturaleza tan humana para encontrarse (desencontrarse también) con el pecho ardiente latiendo y hurgar cada vez más hasta lo profundo para perderse, hundirse en el vacío ese tan lindo y tan maldito que nos condena pero nos hace amar aunque (ahora) ya no debamos. Y dice alguien por ahí que poder decir adiós es crecer y yo le respondo que la cicatriz horizontal que corta mi pecho en dos todavía está creciendo.
Salud.

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