es cierto, no escribo bien y tampoco tengo razón, las letras y la poesía han muerto pero también creo en la rencarnación

sábado, 17 de enero de 2015

vientito del sur



Hoy se respira viento sur, y es como si las nubes me quisieran llamar casi como sin querer y recordarme que no quiero recordar que hace días y días que hay nubes y que hace días y días que tengo tus ojos tatuados en los míos como digna aprendiz de Pizarnik y que ese tatuaje se acrecienta con el viento fresco invadido de hojas verdes, verdísimas que me envuelven y me tientan al recuerdo de esas cosas tan frescas que un domingo que no sé que más. Son las nubes las condenadas que me embadurnan de nostalgia divina de lo que pasó y de lo que es mejor aún: de que-hubiera-pasado-si y quizás si hubiera pasado no te extrañaría tanto y no olería tu esencia en el viento o en las hojas que corren libres como vos siempre tan libre siempre tan todo y quizás no estaría ahora escribiendo porque simplemente si todo hubiera pasado y no hubiera dejado lugar a la incertidumbre, todo hubiera sido aplastado por lo que siempre termina pasando, la condenada historia de lo que ya se calculó. La cuestión radica hoy, ahora, en lograr hundir esto todo divino, todo inconcluso en algún lugar del pecho donde no se sienta tan fuerte y tan a carne viva porque es así que todos los días y es así que todas las nubes, es así también que todas-las-canciones-lindas me llaman las muy condenadas y es como que quiero verte una vez más pero quizás también no quiero y quiero que el misticismo innecesario invada esta historia para que no quede así como las demás, sea una cuestión así como el viento, así como el sur, toda verde, toda incierta, llena de cosas lindas que pueden ser aún mejor y ah, ¡esos ojos!
¿sanará o quizás será como ese amor perpetuo que le tengo al sur y a sus espejos y a su aire divinamente insoportable de libertad?
Que no sea.
Que perdure lo incierto antes de que sucumba la magia bajo la gris neblina de lo real






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