Es más fácil, realmente es mucho más facil enfrentarse al hostil camino de la torpeza y el silencio antes que enfrentar a todos los demonios del miedo y la inseguridad de querer tenerte y decir que quiero tenerte. Como fuertes tenazas que sostienen la realidad, dejar que el cuerpo sucumba, que la cerveza, esperar el colectivo, que no pasa, que me pasa, realmente es mucho más fácil que cruzarme de frente como un espejo con tus ojos y que en el iris infinito me vea reflejada y es ahí que aparece el miedo, perro negro enorme y amordazado por una frágil cuerda que es más consistente que mi cordura ahora. Es más fácil reventarse la cabeza, oír los pasos de mamá, la escalera que respira y eso que siento no es miedo. Miedo es sostenerte la mirada. Miedo es no entender. No te entiendo ni me entiendo, solo sé que comprendo lógicamente casi como una ecuación ciertas cosas, es decir, the dance between our bodies, what a delightful embrace! Y esas cosas que diría si no tuviera miedo, si no dejase que el miedo me trepe por las consteladas piernas, me rasguñe más aún, me trepe hasta el pecho y se quede a dormir acá conmigo.
Es más fácil y menos riesgoso enfrentarme a mi misma sola que enfrentarme a mi misma por ese efecto espejado y quimérico que surtís en mi.
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