es cierto, no escribo bien y tampoco tengo razón, las letras y la poesía han muerto pero también creo en la rencarnación

jueves, 11 de junio de 2015

tríptico



Como un tríptico, veo, como un tríptico siento. Que mejor herramienta para explayar el duelo interno del hombre posmoderno, (hombre, si es que se puede autodenominar así uno tan posmoderno tan actual y tan presente) Ese duelo maniqueísta entre la esencia del hombre /eso que es uno casi sin poder controlarlo, esencia como letra rígida impuesta quizás por fusiones químicas y conexiones neuronales, o esencia como decreto fijo de una cuestión que data aún antes de la composición química de nuestro cuerpo, así como esencia mística o divina que nos precede/ y el hecho fatídico y causal del destino o la idea de destino que es lo que termina de /supuestamente/ hacernos como seres humanos o como trípticos. Aún así los trípticos son  t r e s  y he determinado un simple duelo entre dos factores, la esencia y el destino azaroso, entonces condecoraré a este divino duelo de dos fuerzas o monstruos con un simple sitio dónde es llevada a cabo la guerra interminable y es así que el ring de pelea es el cuerpo convaleciente de este hombre posmoderno /o simplemente de ese hombre, no cataloguemos, no posmodernicemos/ y es en la batalla ardua entre lo que somos o lo que creemos ser porque no tenemos control sobre ello /¿hasta dónde llega el control de uno mismo o de lo que se siente?/ y hasta dónde es el azar que sucede sin querer que nos hace ser lo que somos?
DÓNDE entra en juego, en qué parte de esta batalla se rige la esencia nuestra como entidad independiente, dónde es que se debe buscar para encontrar el origen mismo de los conflictos que causan esas confrontaciones o esas dicotomías, ¿es en la fatalidad del azar o es en lo inmutable de la esencia que se encuentra la raíz corroída de la melancolía, o del desastre inminente?
CUÁL es el responsable o QUIÉN de estos guerreros es el que nos hace seres humanos padecientes y a la vez amantes de la melancolía, oh dulce melancolía. Y en la lucha se pierde o se gana pero no se encuentran responsables, solo amargores intensos y leves felicidades y todo esto gracias a la fusión de un caos de tres dimensiones que no podemos dominar o que creemos dominar y en esa mentira de creernos dueños de un monstruo de tres cabezas totalmente independientes que se va trazando el surco de la vida o de los sueños y qué son los sueños si no más que decisiones o destinos que no nos animamos a tomar porque mientras tratamos de hacerlo vivimos en un cuerpo posmoderno, postergado, postrado y pernoctador que no soporta y que se lamenta por el insoportable peso de ser tan efímero

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