es cierto, no escribo bien y tampoco tengo razón, las letras y la poesía han muerto pero también creo en la rencarnación

domingo, 10 de enero de 2016

dimanche




tuvimos que volver a casa, es decir, tuve que volver a casa, me dolía el pecho y me miraba al espejo taciturna, tuve que irme de lo oscuro, me dolía el pecho y las manos me temblaban, no basta con decir que ninguna orquesta mortal y desconocida tenía que venir a salvarme, simplemente hoy tengo ganas de romper todas las puertas y cruzarlas como un umbral divino e inhóspito, besar las manos, la panza y el sexo, ordenar las piezas del rompecabezas de la propiedad privada del amor, hacerme a un costadito para volver a mirar con ojos de alienada, con mis ojos siempre tan ajenos, con el rimmel corrido. tuvimos que volver a casa para desarmar el personaje, pulir la máscara y hacerla propia y más amena, tuvimos yo y el tiempo, ese condenado maldito que a veces no pasa, solo sucede, y mientras las camas se rompen o la noche transcurre, es el tiempo el que para mi nunca sucede porque siempre espero que me de algo más. volví y las manos ya no me temblaban, volví y la máscara ya no estaba, el pecho latía despacito y con tintes de gorrión herido, me parece que tener que pensar en plural me agobia las noches, sentir el fuego en los pies y las cenizas de algún fénix perdido me agota también,
renacer sin sol es mucho más complicado, no me pesan las palabras ni me atrapan las ideas, ahora camino en una casa que no se aferra a nada, en una casa que es solo mía y es ahí donde elijo lo taciturno y lo nostálgico, por fin me desarma y me desliga de lo terrenal, por fin me suelta y me deja amar

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