es cierto, no escribo bien y tampoco tengo razón, las letras y la poesía han muerto pero también creo en la rencarnación

miércoles, 4 de marzo de 2015

ergo sum

Las puertas del infierno habían sido abiertas
deslizándose bajo la lengua, el portal fue abierto
(entre la saliva, entre todas las cosas que habitan en la boca)
El portal había sido abierto,
deslizándose entre los mortales.
La capacidad de verlo-todo había sido desatada.
El más dulce de los avernos estaba sucediendo,
arriba y abajo no eran cierto,
 ni derecha, ni izquierda,
la tridimensionalidad mundana había sido desterrada
Las cosas no eran solo una cosa
(eran el millón-de-cosas- que son
que pudieron haber sido
y que fueron)
El infierno, es infierno porque gusta
gusta observar con mil ojos
el vientre materno de la naturaleza,
oír lo que antes no se oía
ver lo que siempre estuvo,
pero se nos era negado.
Ahora los ojos son miles, las bocas son miles
y todo lo que sucede alrededor se percibe
¿y si todo el tiempo transcurrido ha sido un engaño?
Ahogarse en el mar de estímulos nocturnos
y todo lo que percibíamos era un mero vestigio
de la consistencia real.
Los sentidos son meros artífices
de las ataduras del mundo material,
que nos aleja más y más, de este infierno bendito
(sentirlo todo, ¡y verlo!)
Un laberinto de ojos entreteje las montañas
que miran y miran y besan los pies
de los desamparados
con un millón de bocas y lenguas.
La mente con su cierre infinito,
carece de capacidad de comprender
semejantes placeres.
Y así se despierta

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