es cierto, no escribo bien y tampoco tengo razón, las letras y la poesía han muerto pero también creo en la rencarnación

lunes, 18 de julio de 2016

o es la luna o son los lunes


Aún a tantísimos kilómetros de tu casa y a tres días sin cigarrillo, comienzo a pensar, que a pesar de tener un trabajo, (o a pesar de que el trabajo me tiene a mí) surgen del pecho así como insectos escarabajos todos llenos de pintitas, surgen así: se acomodan por toda la cama y con sus patas me dibujan todas las posibilidades, me cuentan que, por más de que todos los días a las ocho de la mañana, por más de que la montaña toda blanca me devore entera, por más de que llegue a casa con el pecho trizado y los dientes (o la comisura de los labios) así violetas, no podría ni siquiera intentar que como la helada a una planta, se rompa de cuajo la cascarita de la cicatriz y se remueva entera, desprendida, porque estoy pensando que las cáscaras están hechas de sangre o de cristales. Estoy pensando que las cáscaras son de colores y abajo hay semillas y dolores, y por el amor del cielo, ¡cómo sangra! y las manos quemadas con el horno, cada vez el pulso menos menos, y los dedos cortados con el cristal de la copa, y el frío Señor no ayuda. Trate usted de tomarse un café sin azúcar helado mientras se cura las heridas de la mano, sería imposible. Trate usted de que no se le cristalicen las pestañas mirando una foto, sería imposible. Señor, piense usted que viaja en un micro que es todo rojo y aburrido y hay olor feo y le dan una tarjetita - piense señor, pasan los chicos pidiendo, esos que dan tarjetitas de amor o sahumerios - y usted le da cinco pesos porque sabe que hace frío y que así no se soluciona nada pero la inercia que lo lleva. Ahora, señor, le pido que se olvide que es un señor y piense que tiene a penas unos quince años y que se le hace un nudo en el pecho cuando piensa en la muerte. Cuénteme ahora Señor, usted que fue y volvió. 

¿Vale la pena?

La montaña ha devorado la monotonía,
me encierro en el valle,
taciturna
Le beso a escondidas las manos a Afrodita
me encierro con llave,
atrevida.
Las calles se han tragado mis ganas,
los olores y mis lágrimas,
los estupefacientes mi cara.
La cama me declaró la guerra,
el sexo, las piernas.
Mi cuerpo es como un tótem
verde,
rojo,
amarillo.
Mi pelo una fotografía mal revelada.
El tiempo ha derrumbado las paredes
por él yo ya no corro,
por él yo ya no siento.
La muerte ha acorralado con astucia;
digamos que todavía se puede,
que la soledad no queme,
que el vacío se llene.

Dar un paso al frente y apretar las muelas








esta foto se merece un libro entero pero ya no sé que hacer con todo esto
sepa disculparme

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