es cierto, no escribo bien y tampoco tengo razón, las letras y la poesía han muerto pero también creo en la rencarnación

viernes, 2 de agosto de 2013

no se ponerle nombre a nada

No latir en tu pecho, quiero decir, no dejar que mi corazón haca tuc tuc tuc sobre tu pecho dormido, negarle esa posibilidad, retraerlo, dejarlo que muera sin que pueda abrir y cerrar esas válvulas pequeñitas que lo adornan, cerrarlas voluntariamente, que la sangre deje de pasar, que se acumule en los ojos, en los labios - que se hinchen, que se pongan rosados y cada vez más rojos - que no llegue más sangre al cerebro -que escucha todos los colores que están pintados en mi pared- que no llegue más sangre a mis manos todas resecas porque el frío, vos sabés, y que por la falta de irrigación sanguínea dejen de dibujar gatitos en tu espalda, en tus ojos, en todos lados, que de una vez por todas, sucumban en la cama, que se dejen arrasar por una muerte lenta que es la de no-más-sangre, que es la de no-más-vida, porque no lo soporto, no lo creo y el dolor de no poder, el de no creer es más fuerte que el sonido de tu voz, que me dice - linda, mirate esos ojos de lechuza -  y yo no puedo mirarme a mi misma, lo sabés, y me decís - linda - y no te miro porque si te miro te miro con ojos de gato negro, gato que no entiende, gato que es muerte y por fin soy yo. Transmutar todo mi dolor y dejarlo pura y enteramente de una puta vez en mi cuerpo humano, alejarme y ser el gato gris que se asoma todos los días por tu ventana a ver si seguís ahí o si simplemente estás muerto.

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