es cierto, no escribo bien y tampoco tengo razón, las letras y la poesía han muerto pero también creo en la rencarnación

miércoles, 20 de noviembre de 2013

las flores y el placer del mismo color

Trajiste flores y las tuviste que dejar en la mesa porque yo me quedé dormida esperándote y entraste y me viste ahí dormida con el vestido de encaje porque esta noche era muy especial y vos solo trajiste flores y yo acá dormida, era más fácil que me dijeras que no venías porque me ilusioné y el vestido rojo de encaje como las flores y si supieras que me quedé dormida esperándote y tengo puesta esa bombacha de encaje que tanto te gusta pero no, estoy dormida, siendo sincera ya no, desde que cerraste la puerta con tu poca delicadeza que me despertaste pero sigo haciéndome la dormida porque me enoja y tengo sueño y tus flores acá no solucionan nada ni el quilombo que estás haciendo en la cocina para ponerlas en alguna jarra porque florero no hay y siento tus pasos y cierro mis ojos con fuerza para que no te des cuenta de que estoy despierta y me des tus mil explicaciones y yo respiro lentamente y te siento recostarte a mi lado y me abrazás y no puedo evitar, es tu olor y que me agarres así y me doy vuelta y te miro a los ojos y te digo que te esperé toda la noche y vos perdón chiquita, y palpás el cierre del vestido empezás por mi culo y seguís caminando con tus dedos lentamente por mi espalda hasta que lo encontrás y lo bajás despacio como un cienpiés silencioso que busca esconderse en la oscuridad misma del fin de mi espalda y me saco el vestido y despacio porque así te gusta y siempre que te guste a vos primero que a mí, y sin vestido y vos sin ropa y que me agarres y busques infinitas bocas que besas por toda mi piel y por qué las flores rojas, el vestido de encaje rojo y el placer tan rojo, todo entre mis piernas y todo entre tus piernas porque ahí radica todo el problema que ahora estamos así tan desnudos y tan desposeídos que seguimos buscándonos en la espalda, en el cuello, en el vientre y más abajo aún porque preferís besar lo infinito y lo oculto, la divinidad escrita de toda mujer entre las lívidas piernas y preferís hundirte y perderte ahí como mis manos en tu pelo y te vuelvo a encontrar desnudo y lo imponente de tu ser y querés que te toque pero mejor no porque así te gusta, y los cielos mismos de tu lengua y tu boca que dirigen en mi los peores espasmos y por favor basta y que me des vuelta y elijas seguir besándome la espalda y la muerte y yo basta y vos dale y yo te digo que no y me doy vuelta y me paro y busco el vestido, la bombacha que tanto te gusta y me comienzo a vestir y como una feria envenenada me buscás a mí y buscás el veneno y yo toda consumida por los fuegos de los cuerpos me entrego sin lucha a tu dios y a tu cama atroz.

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