es cierto, no escribo bien y tampoco tengo razón, las letras y la poesía han muerto pero también creo en la rencarnación

miércoles, 23 de abril de 2014

Purificación del alma y otras religiones, volumen I


DESDE LA HISTERIA SALUDA

Los pechos lívidos
sobre el mármol
contra el espejo

El sexo eterno
entre los dioses
entre el abismo

No hay peor cosa
que el olvido
 el infierno del olvido

Recuerdo inverosímil 
el olvido color mármol
los dioses contra el espejo

No hay peor muerte
proclama el abismo
que el olvido

Purificar el alma 
con un salto
(morir de nuevo)

¡correr al abismo!

sisirc

Sólo un vaso de vino blanco es necesario para que comience la verborragia, arrastrarme entre este mar de palabras para encontrar una especie de consuelo (capaz que una especie muy ridícula de placebo) y frente a todas las letras me siento diminuta pero me siento encontrada y me vuelco en ellas para decir que el mundo que me rodea está lleno de cosas bellas y floreadas que decoran todos los alrededores y todos los pequeños mundos que orbitan junto al mio. Todo está iluminado, todo se parece al cielo, me estremece y me llena toda de felicidad vitamina, felicidad que me recorre el cuerpo hasta que se topa con esto tan mío que es mi corazón que bombea mucho amor pero al mismo tiempo demasiado temor, mi corazón que traiciona y se duerme en un lecho de promesas (que ni a palos voy a cumplir) promesas entretejidas de un amor eterno que me nutre el alma pero al mismo tiempo me des-hace porque todo en la vida es llevar y traer. Así en el corazón también duerme la bestia insaciable de la curiosidad y de lo incierto, la bestia más fuerte y mas atroz de todas. Contra esa bestia tiene que luchar la felicidad que corre por mi cuerpo, agarrar a la bestia desprevenida mientras duerme y matarla en silencio con un gran puñal. Que lo rojo y la sangre invadan la escena. Escena donde el homicidio perpetuado tiene como victimario a su propia víctima y esa presa de todo soy yo a la espera de mi propio rojo puñal sobre mi propia bestia-corazón.
y espero, sí que espero.

lunes, 21 de abril de 2014

editado

Me hundo entre todas las cosas que alguna vez viví y por eso me hundo en un océano color dolor que me marea, me lleva y me trae. Me caigo y me levanto de buscarme entre todas las cosas que nunca pensé vivir y me levanto recordando cosas sin sentido entre una taza de té y un cigarrillo a medio fumar, entre la interferencia de la radio y pensar que me hundo en un mar de tiras de películas que me enredan en pasado para convertirse en mis actos y en mis acciones que son lo que soy. Soy dos cajones viejos llenos de fotografías, soy la radio sin sintonizar (porque al final nadie logra bajarle el volumen) soy una inmensidad sin fin de celuloides -mitad vacíos mitad llenos de imágenes que no reconozco- también soy una estática máquina de escribir que adorna mi pieza, soy ese océano en el que me hundo porque sin querer busco ser este mar que marea a quién lo quiere navegar.

domingo, 6 de abril de 2014

domingo en prosa


Me encuentro con lo vacío o la soledad porque es domingo y siempre he de rondar sobre los mismos temas porque los domingos tienen eso de repetir siempre esas mismas sensaciones que nos empañan el alma con una estela espesa y gris que rodea todo lo bello, y siempre caemos-en-los-mismos-temas porque la vida de los condenados como yo suele rondar siempre en la misma banalidad del sexo, el dolor o los domingos, porque así somos los condenados, vacíos como un domingo. Los condenados somos domingos que no pudieron ser días y fuimos personas. Así transcurrimos la vida atados a una inmensa cadena gris y pesada, rondamos por la semana sabiendo que somos un domingo sin serlo, y cuando llega ese día el pecho se nos infla de nada y sentimos ese insoportable vacío que nos hunde en nosotros mismos, porque nosotros somos domingo y somos soledad ¡nos reencontramos con lo que debimos ser y no fuimos! así somos los condenados que vagamos de cama en cama esperando que eso nos llene el vacío de ser domingos solitarios, vagamos de libro en libro, buscando más y siempre más, estamos condenados a ser presas eternas de la voraz curiosidad que nos invade, esa curiosidad que es una cadena que nos ata a jamás estar satisfechos, a esperar siempre un poco más, a meternos en lo imposible para encontrarnos (cosa que jamás sucede). y es así que los condenados nos hundimos siempre en todas las cosas porque somos eso, vacío buscando algo que nos llene el pecho, somos lo pesado buscando lo leve. Así morimos todos los días en esa interminable búsqueda, y no por nada hoy es domingo yo estoy escribiendo esto, como otra condenada más que se encuentra en este momento escribiendo otra vez sobre las mismas cosas y buscando otras porque soy presa de un hambre voraz. 

domingos en verso


Los domingos:

La muerte,
como un pájaro
La muerte,
es el olvido

Los domingos o la muerte
es mi pecho temblando,
es mi pecho vacío

Los domingos 
la soledad es mi amiga
quizás mi enemiga

Volver o no volver
la soledad de encontrarme
a los domingos con la muerte

El vacío y la distancia
me miran desde cerca
desde mi pecho

y cómo un pájaro
la muerte, o el olvido
llenan el vacío.